lunes, 11 de abril de 2016

El hilado a mano .

Cuando se habla de hilado se relaciona a personas muy mayores, pues es una técnica que no tiene cabida hoy en día en los quehaceres de la juventud, entonces por ahí alguien recuerda vagamente haber vistos su abuelita hilar ...
En mi caso e s algo similar pues mi abuela materna Amelia, oriunda de Pucón, un bello balneario turístico del sur de Chile, se le veía hilar cuando yo era niña, pues ella trabaja en un gran telar las mantas que hacía . Siempre me llamó mucho la atención el telar. Hoy en día puedo decir que logre ese acercamiento con este complejo instrumento. Y como yo soy hiperactiva , me involucré en todo el proceso, de hilar y teñís mis lanas. Y en el hilado encontré casi una terapia, pues puedo estar horassssss hilando perdiendo la noción del tiempo y si es que puedo poner de música de fondo a Stephane Grapelli cuanto mejor es el relajo. 
En mi ultimo viaje de Chile me traje 2 husos o pushkas como le llaman acá en la sierra. Uno de tortera superior y otro de torera inferior, el primero es muy manejable, hila más fino , y el segundo definitivamente va hilando algo más grueso, lo que para mi es genial , pues necesito alternar grosores en las creaciones del telar. Cuando viajé el año pasado a San Pedro de Cajas, Junín, encontré una pushka algo sencilla pero fue con la que me inicié empíricamente en esto del hilado. Y ya no pude parar. Es para mí muy gratificante ir tiñendo mi lana, escarmentando para luego hilar y obtener lanas con tonos y grosores súper originales e irrepetibles. 

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